martes, 20 de abril de 2021

EVOCANDO FRAGANCIAS



Caminaba como buscando algo…la ciudad lo atraía.

Desconocía sus calles, los transeúntes no llamaban su atención, era gente desconocida.

Él era un forastero que llegó por equivocación a un lugar aislado de su terruño.

Sin embargo, flotaba en el aire un aroma subyugante…no, no estaba soñando, era la misma fragancia impregnada en sus fosas nasales que lo acompañaba.

Por supuesto…recapacitó, era el perfume de Floren, y al recordarla, el olor se impregnó más fuerte, no había duda alguna, ella se encontraba cerca.

Casualidad, suerte, destino…detuvo su andar, buscó donde descansar, un banco a la entrada de una placita cercana fue su refugio temporario.

Debía recapacitar…esto era imposible, como si de un cuento fantasioso se tratara.

- ¿Por qué está triste, señor?

Escuchó la pregunta, volvió la vista, y a escasos pasos estaba paradito un niño de siete u ocho años, que con una carita angelical lo miraba, esperando respuesta…

-Un recuerdo me aflige, querido, no me puedes ayudar, gracias por preocuparte.

-Mi madre siempre me dice, que contando aflojan las penas, ¿no se anima?

La inocencia del pequeño, su sana curiosidad, conmovió al hombre, dudó unos instantes, no supo que responder.

El osado niño no desistió…se acercó y ya sentado en el banco, le susurró…

-Prometo que lo escucharé…

Y como dos buenos amigos, mantuvieron una larga charla, las preguntas se mesclaban con las respuestas, el tiempo pasó…

Un suave roce sobre el hombro lo despertó…

- ¿Está bien, buen hombre, necesita ayuda?

El anciano sorprendido, balbuceó…

- ¿Qué me pasó? quizás me dormí…no me pasa nada…gracias, estoy bien, gracias…

El avezado placero, insistió en su ofrecimiento…

- ¿Necesita ayuda, quiere que lo acompañe a su casa?

- ¿Casa? no…no tengo casa fija, el destino me ayudará a encontrarla…no se preocupe, estoy acostumbrado a descansar en las plazas, ya me voy…que tenga buena vida…

Y así de sencillo el hombrecillo se levantó, acomodó sus ropas, y con una sonrisa en sus labios comenzó a caminar… entonando una canción…Floren, mi querida Floren…en unos minutos su silueta desapareció entre los senderos de la plaza…

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*Imagen de la Web


miércoles, 12 de junio de 2019

EL TREN SIN RETORNO





Viajamos en el tren de la vida... las estaciones van pasando, y en cada una de ellas, queda un recuerdo, quizás una alegría, tal vez una lágrima derramada.

Viajamos en el tren de la vida...suben y bajan pasajeros, algunos con grandes valijas, otros solo con lo puesto, pero eso sí, todos deseosos de llegar a la ansiada parada donde los espera el destino prometido.

Viajamos en el tren de la vida...la mayoría suben apresurados, sin embargo también ascienden pasajeros tranquilos, esos que creen conocer el itinerario a recorrer.

Viajamos en el tren de la vida...atravesamos en el trayecto, altas montañas, valles verdes...bordeamos precipicios peligrosos, desfiladeros angostos, tristes paisajes de tanto en tanto vislumbran las ventanas.

Viajamos en el tren de la vida...todos, sin excepción, bajan en la última estación, pues caduca el valor del boleto.


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*Registrado/Safecreative N°1806097348051
*Imagen de la Web c/texto anexado

lunes, 10 de junio de 2019

BRISAS





Oscilan a semejanza de pájaros en busca del calor.

Tratan de descifrar la incógnita del secreto que flota en el aire.

Su comienzo es lento, pero con un ritmo carente de monotonía.

Avanzan sin mirar atrás, con suma precaución, las caídas podrían entorpecer el logro de la meta ansiada.

El tiempo no obstaculiza la marcha, es más, no se premia al presuroso, solo se juzga al que no avanza.

Intrusos juegan de intrépidos con el fin de zigzaguear la columna, aunque la mayoría tiene la palabra.

Difícil resulta cambiar costumbres y erradicar conceptos establecidos.

Cada paso será guardado en la historia donde se cuestionará la revolución perpetrada.

El mundo está hecho para intrépidos, los valientes llevan la bandera del éxito.

La conciencia de los hombres prevalecerá dictando las nuevas normas.


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Imagen de la Web





lunes, 8 de abril de 2019

LAS GEMELAS (novela corta)











LAS GEMELAS




Trina Mercedes Leé Montilla de Hidalgo (Venezuela)

Beto Brom (Israel)







INDICE

*Capítulo I………Ironías del destino

*Capítulo II……..Hacia un nuevo destino

*Capítulo III…….Abiertas perspectivas

*Capítulo IV……Hechos sorpresivos

*Capítulo V…….Encuentro en el aeropuerto

*Capítulo VI……Nueva separación

*Capítulo VII……Tras sus huellas

*Capítulo VIII…...El reencuentro

*Capítulo IX…….Crucial decisión

*Capítulo X……..Sorpresas de la vida

*Capítulo XI…….Nuevos derroteros y decisiones

*Capítulo XII……Inesperado desenlace

*Capítulo XIII…...Una nueva etapa



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PRÓLOGO


La vida es placentera, el sólo hecho de levantarse todos los días, apreciar el mundo circundante, sentir que respiramos y podemos dar funciones normales a nuestros sentidos, es un significativo regalo de Dios que debemos aprovechar al máximo, procurando siempre que nuestros pasos sean certeros, orientados hacia las buenas acciones para tener una existencia normal, armónica, pacífica.

Puede ser que exista el destino, pero generalmente; lo construimos nosotros mismos con nuestras actitudes, acciones, decisiones, y en ello predomina también los sentimientos ocultos y negativos como el deseo de superación personal a costa de lo que sea, pasando por encima de las demás, personas, creyéndose superiores porque se montan en los zancos de la impiedad, la ambición, el yo ismo, el afán de poder, aunque este envilezca el alma, pisotee los principios y valores, empañe la conciencia que es a fin de cuentas, nuestro juez íntimo quien en las horas de soledad y silencio augusto nos permite encontrarnos con nuestra subjetividad para sentirnos satisfechos o a disgusto, gracias a nuestra forma de ser, pensar, sentir, convivir

Podemos afirmar que la conciencia es como un eco que no nos deja dormir, o una campana que empieza a tañer cuando menos lo esperamos, es un cúmulo de inquietudes íntimas, que a veces; no deja conciliar el sueño, es un mazo que golpea la mente, aviva los recuerdos, proyecta como una película los hechos realizados, que estruja el corazón, aborda las lágrimas hacia el desconsuelo, que muchas veces permite una actitud de cambio y otras, se convierte solamente, en una profunda reflexión que al terminar; dada la terquedad y los objetivos que se persiguen, se torna reincidente, para convertirse en una anhelada meta que puede acortar nuestros días existenciales, como dice la Biblia: Somos culpables de nuestros propios males

Desde estas perspectivas, se encamina esta sencilla novela encerrada en la trama cotidiana en una sociedad convulsionada por los hechos ilícitos, la injusticia, la violencia, la impunidad que conduce a la venganza y hasta tomar justicia por las propias manos de los afectados u olvidar todo y dejarlo en las manos de Dios Todopoderoso, o nos podemos encontrar con decisiones desesperadas y drásticas, dependiendo todo de la forma como se vayan desenvolviendo los hechos imaginados por dos autores: Trina Leè de Hidalgo y Beto Brom, que gracias a la maravilla de Internet unen dos mentes de inquietos aficionados a la Literatura, remontando la lejanía existente entre dos países del mundo: Venezuela e Israel, en lo que él llama: “Relatos a dos manos”, con la particularidad de ser un hecho cautivante, que despierta la emoción e inquietud de apreciar cada parte que sigue y que se espera ansiosamente, para seguir las ideas, verificando la riqueza imaginativa, la pasión que se pone al trabajo en desarrollo y conformando definitivamente, una experiencia significativa que enriquece nuestras habilidades y espiritualidad, mientras nos ubicamos en el mundo circundante lleno de vicios y complicaciones.


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CAPÌTULO I
Ironías del destino

La ironía está envuelta en el disimulo, la ignorancia fingida, la apariencia engañosa, el ganarse el aprecio sin saber lo que una persona puede llevar por dentro y entonces, se llega también a la falsedad del personaje admirado, a la incredulidad del que lo observa y hasta puede estimar, al motivo para cualquier persona aficionada a la Literatura de aprovechar circunstancias a las cuales, luego puede ampliar según el desarrollo de su imaginación y la pasión e interés que puede ir plasmando hasta que considere que ya puede llegar al punto final.


Así comienza esta historia:



Eran dos hermanas gemelas, igualitas físicamente, bellísimas, pero muy diferentes en la forma de ser, de actuar, de pensar, en la conducta y la expresión de emociones y sentimientos.

Eloísa, se dedicó a la carrera policial; le fue asignado un departamento especial, en un pueblo fronterizo de Venezuela, donde se desempeñaba eficientemente, ganando prestigio por su abnegada labor de atrapar delincuentes, contribuir a su aminoramiento, aunque para lograr esto, cometía delitos peores que ellos, como desaparecerlos, torturarlos, enjuiciarlos a su antojo, lo que le causó el apodo de La Implacable. Era temida y eso la envalentonaba más.

Por estas circunstancias, tenía muchos enemigos entre el hampa y su mismo cuerpo de inteligencia. Los primeros por venganza y los segundos porque no les convenía su actitud hostil y agresiva, ni que se descubrieran muchas cosas indebidas. Así que vivía en un mundo de acoso, denuncias, críticas, persecuciones, venganzas, mudanzas a diferentes sitios.

Por el contrario, su hermana Eloína, era intelectual, espiritual, pintora, muy discreta, educada, atenta, cariñosa, sensible, admirada y querida por todas las personas que la rodeaban; con fama y reconocimiento por sus obras a las que le dedicaba mucho tiempo y publicidad.

Su economía era fluida por la cantidad de dinero que ganaba con las mismas y sin embargo, su corazón estaba lleno de amor y bondad, muy lejos de la ostentación y vanidad. Cuando conversaba con su hermana Eloisa, la aconsejaba para que dejara esa vida tan dura y peligrosa y sarcásticamente le respondía que porque ella no dejaba esas actividades fastidiosas e inútiles, así que para no discutir cambiaba la conversación.

Una mañana, Eloìna, se levantó temprano. Se duchó y arregló con esmero, buen gusto y elegancia. Iba a inaugurar otra de sus tantas exposiciones. Dejando una estela de perfume caro, se montó en su Cadillac rojo y se dirigió al sitio elegido.

Estacionó y al encaminarse hacia la galería, una ráfaga de ametralladora acabó con su vida. Simplemente, “asesinato por encargo”, frente al estupor de los concurrentes, siendo más grande la sorpresa al comprobar el cuerpo policial dirigido por su hermana Eloísa, que se trataba de una confusión, pues era a ella a quien tenían que haber asesinado.


Toda la población lamentó lo ocurrido y la injusticia que se había cometido, en la veracidad de ese adagio que reza: “pagan justos por pecadores”. Así que Eloísa, con profunda tristeza y sentimientos de culpa, comprendió en esos momentos que el peligro que la acechaba era bien grande y serio, aunque sus amistades no sospechaban ni remotamente, lo que pasaba , con el dolor en el alma, tuvo que tomar las de Villadiego.


Capitulo II
Hacia un nuevo destino 

Primeramente, cambió su apariencia en la forma de vestir, caminar, usar una peluca, lentes de sol grandes y oscuros, sin dejar de ser bella y atractiva. Sacó un pasaporte falso, compró un boleto de avión a Bélgica, lo más lejos posible donde se pudiera sentir inalcanzable aunque internamente sabía que para los cuerpos policiales no hay obstáculos que no puedan vencer, aun por encima del tiempo que pueda pasar.

Así que se encontraba en un conflicto de sentimientos encontrados. Muchas cosas pensaba mientras marchaba precipitadamente al aeropuerto. La acosaba el miedo, los cargos de conciencia, las culpas hostigantes. Llegó sigilosamente al mismo, como alma que lleva el diablo y al ser chequeada no tuvo contratiempos.

Sentada ya en la silla que le correspondía, respiró profundamente, sintió un gran alivio.

A los pocos minutos se sentó a su lado un elegante caballero, catire, de pelo rubio y ojos azules y ella recogió sus bien conformadas piernas para que él se sentara cómodamente.

Después de emprender el vuelo del avión, comenzaron a charlar.

Martín, que así se llamaba el pasajero, le preguntó:

- ¿Hacia dónde viajas?

- Hacia Bélgica.

- ¡Oh qué casualidad!, yo vivo allá...

Por suerte, mientras aguardaba la partida del avión, y como prevención, ya había preparado una pequeña historia en caso de necesitar explicar los motivos del viaje.

- Que bueno, entonces podrás darme algunos datos para ayudarme en mi paseo, pues es la primera vez que visito por allí.

-Ahhh, estás en viaje de turismo…raro ver una mujer sola paseando, un poco aburrido se me ocurre.

-Hay veces que prefiero estar sola, y así evito malas compañías, pues uno nunca sabe con quién podría encontrarse.

-Se nota que tienes un carácter fuerte, perdón…a que te dedicas, me intriga saberlo, ¿puede ser?

-Soy periodista, viajo, disfruto y escribo mis impresiones y luego las vendo al mejor postor.

-Bueno, bueno, que agradable sorpresa, ya hace un par de años que trabajo en una pequeña editorial y siempre estamos a la pesca de buenos temas para publicar. Creo que tendremos motivos de sobra para estar ocupados en el trayecto del vuelo. Cuéntame más, me interesa escucharte…


Mientras él hablaba, Eloísa pensaba que este caballero le había caído del cielo, como dedal al dedo, y recordó el adagio que reza: la ocasión la pintan calva. Así que siguiendo la corriente de la conversación, respondió:

-Bueno, tengo otras expectativas, pero no desprecio tu oferta, ya veremos que sucede cuando lleguemos allá.

Martín muy gentil sacó del bolsillo de su paltó una tarjeta de presentación y le dijo:

-Aquí está esta tarjeta, cualquier cosa que decidas o resuelvas, me puedes llamar.

-Bien, muchas gracias, lo tendré en cuenta.

Siguieron conversando sobre cosas triviales, mientras ella más se refugiaba en las mentiras a las que estaba acostumbrada, pues no era periodista, aunque tuvo mucho contacto con ellos por su oficio, ni iba a encontrarse con nadie, simplemente, era una fugitiva que llegaría a cualquier hotel, mientras resolvía su conflictiva situación.

Llegaron al hall de salida del aeropuerto y allí cada quien se despidió afablemente, con un abrazo cariñoso, no sin antes pedirle Martín que se fuesen juntos y así aprovechar de cenar en cualquier sitio agradable.

Eloísa estaba llena de desconfianza, recelos, en el fondo de una dureza poco habitual en cualquier mujer. Quería a la vez, hacerse la interesante para poder llamar la atención de aquel hombre que terminaba de conocer y del que ya sabía que era rico, divorciado, sin hijos, cuestiones que debía comprobar dado su experiencia detectivesca.

Y eso, lo averiguó en una semana… el camino estaba abierto, así que decidió seguir su cínico plan. Vestida con una vaporosa dormilona rosada, con su cabellera regada por la espalda, encendió un cigarrillo y tomó la bocina telefónica, miró la tarjetica que tenía al lado de la mesita y marcó el número... una voz grave contestó:

-Alò, ¿quién llama? .....

-Soy yo, volamos juntos, me recuerdas supongo…

-Humm… a sí…la periodista, grato saber de ti, ya te había dado por perdida, ¿Dónde te hospedas?... en una horita conseguiré terminar unos asuntitos, te pasaré a buscar e iremos a tomar algo, ¿puede ser?

-Estuve paseando un poco, conociendo Bruselas y estoy sentada en el Delirium, aquí te espero…no hay prisa, este lugar es fantástico.

-De acuerdo entonces, me desocupo y voy para allí.

Eloisa, como era su costumbre, preparó un poco la posible charla, que sin lugar a dudas, recaería en ofrecer un poco de detalles sobre ella, su estadía, sus planes, en fin, mostrar un cierto grado de apertura, pero sin descubrir su verdadera identidad.

Una reunión imprevista, con uno de los agentes de exteriores, ocupó casi una hora de su tiempo; Martín estaba un poco molesto, su empleado no había procedido como correspondía, de acuerdo a la misiva de uno de los escritores, del cual fueron editados un par de libros, que incluía una severa queja, por la reprobable atención recibida, en su opinión, por el no menos ofuscado agente. Trató de convencerlo, que quizás todo se debió a un mal entendido; y prometió ocuparse a la brevedad del incidente.

El reloj de la pared de su oficina, marcaba las diez y treinta, y entonces recordó la cita prevista. Saludó a Leonor, su secretaria, le comunicó que no estaba seguro de volver en el día. Le encargó que se ocupara de revisar la queja del Sr. Oviedo, el susodicho escritor malhumorado.

Salió al estacionamiento en busca de su coche. Se ubicó dentro y antes de salir, abrió su celular, se comunicó con la periodista, disculpándose e informándole que ya iba en camino.

Mientras viajaba trató de recordar la conversación con ella, tenía escasos datos…era periodista, estaba de paseo en la ciudad, quizás preparando una crónica…eso sí, poseía un porte de mujer segura de sí misma, con los pies bien asentados en la tierra, una mujer interesante, con seguridad sería un comienzo de algo que despertaba su curiosidad, no solo como editor, sino como hombre.


Capìtulo III
Abiertas perspectivas

Llegó al sitio acordado, muy elegante, ansioso miró hacia las mesas a ver dónde se encontraba y si, hacia el fondo de la derecha, ella lo saludó con la mano. Presto llegó, se sentó, no sin antes darle un beso en la mejilla... la verdad que estaba esplendorosa, vestía regiamente, parecía una modelo, y todas las formas de su cuerpo se insinuaban sobre el vestido. Su mirada la recorría disimuladamente. Después del afectuoso saludo, le preguntó:

-¿Cómo te encuentras?

- Muy bien, he pasado unos días maravillosos, leyendo, observando los paisajes, caminando por avenidas, parques, plazas, escribiendo.

-Sí, ¿y qué escribes?

-Sobre una fugitiva que se encuentra en un laberinto, sabes, cosas de la imaginación.

-¿Y siempre escribes o es una afición nueva?

-Siempre lo hago, desde mi adolescencia.

-¿Y has publicado algo?

-No, mi madre dice que debo hacerlo porque todo lo mantengo guardado, oculto y ella me exige que debo desnudarme subjetivamente.

-Que interesante, ya me enseñaras lo que has logrado en este nuevo intento, bueno, si se puede...

-Sí, me gustaría para saber qué opinas, siempre es importante apreciar lo que otros interpretan o corrigen, o las ideas que te planteen. Estoy abierta a todo.

-Bueno, entonces pidamos algo.

-Sí, me está dando apetito.

Martín hizo señas al mesonero y al rato ya estaban comiendo, charlando y entrando más en confianza. La verdad, que se sentían a gusto. Ella de vez en cuando se sonrojaba. Sentía que ese hombre contagiaba su forma de ser, sus sentimientos.

Bajo el suave fondo musical, charlaron y charlaron, mientras en el aire se elevaba el eco de sus risas.

De pronto Martín expresó:

-Ohhh, son casi las seis de la tarde, ¡cómo pasa el tiempo!, es agradable estar contigo.

-Siii, verdad, ¿nos vamos entonces?

-Sí, ¿qué te parece si visitamos un cine, o caminamos un rato por la ciudad?

-Prefiero lo segundo.

-¡Bien!

Él pagó la cuenta. Ella fue al baño a retocarse el maquillaje. Después salieron sonriendo y al encontrarse las miradas una chispa brillaba en sus ojos e instintivamente, se tomaron de las manos...

Era un atardecer que invitaba a caminar y perderse entre calles y cortadas preguntas y respuestas con las cuales armaron un libreto casi teatral.

Por iniciativa de Martín, llegaron hasta la Plaza Petit Sablón, allí se sentaron en uno de los bancos frente a la inmensa fuente iluminada, La impactante vista de Notre Dame de Sablón, considerada una de las más bellas iglesias de Europa, según leyó en los folletos recogidos en el hotel, colmó la expectativa de la visitante. Por unos minutos, ambos quedaron en silencio, observando, apreciando tal belleza.

-Te has quedado callada, ¿en qué piensas?

-En que quizás, hummm…no sé cómo explicarme…no te conozco, tus preguntas en momentos son demasiado personales, dudo al responderlas, no sé...-mientras hablaba buscaba las palabras correctas, no era fácil continuar, pues por un lado debería mantener activa en cada momento, la máscara que se había colocado, de una periodista, y por el otro, los recuerdos de su verdadera identidad, que pesaban sobre sus hombros.

La inesperada reacción de su invitada, por quien había comenzado a sentir cierta atracción, y deseaba acercarse para conocerla más y así afianzar, una relación que podría llegar a concretarse en algo más serio, lo dejó dudando, no podía entender…quizás estaba fingiendo o tal vez escondía algo…

La intuición le daba como un aviso de que no debía ser tan confiado, ya antes a nivel de su profesión se había llevado varios chascos por pasarse de crédulo, así que siempre tenía el aguijón de la desconfianza, más ahora que el mundo ha cambiado tanto y la maldad impera por doquier.

Mientras él la observaba y pensaba en estas cosas, ella parecía ida, su mente no estaba ahí, se agitaba pensando en su hermana muerta y la conciencia le revolcaba los sentimientos.

Después de un largo rato en que ambos fingían que estaban observando el contorno, Martín rompió el silencio:

-¿En qué piensas tanto?

Ella contestò:

-En mi familia, los extraño, no es fácil separarse de nuestras raíces, de las actividades que allá realizaba, aunque estar aquí me brinde nuevas perspectivas, experiencias, vivencias, conocimientos, en fin es bueno retroalimentarse constantemente.

Mientras Eloísa hablaba, Martín no dejaba de observarla, era una mujer que cualquier hombre se moriría por tenerla entre sus brazos. Tenía una coquetería natural, expresada en sus movimientos, la sensualidad de su voz emitida por unos labios carnosos que delineaban una boca pequeña, con un perfil griego, un rostro ovalado, ojos grandes, verdes, achinados. Todo era bello en ella.

Martín anonadado, la dibujaba en la mente, mientras Eloísa hablaba de sus cosas y en verdad, ya no la escuchaba porque vagaba en ideas según aumentaba su deseo por ella. Fue algo que se dio súbitamente, en ese despertar natural de los instintos.

Volvió a la realidad, cuando ella volteó y le preguntó que a dónde más irían.

-¿Vamos al cine?...

-Puede ser, ¿qué tipo de películas te gustan?

-Las románticas, de dramas, nada que se relacione con guerras, violencia, temas policiacos, fantasía.

Ella pensó, si supiera mi verdadera vida.

Durante la proyección de la película, Martín pensaba que se debía calmar, que no se tenía que ir de las primeras, y conservando su aplomo, trató de ser menos íntimo, razón por la cual, recogió el brazo que ya colocaba sobre los hombros de Eloísa.



Capìtulo IV
Hechos sorpresivos 

Salieron comentando la película y riéndose, cuando de pronto pasó un vehículo a toda velocidad y disparó precisamente, hacia donde iba ella, quien salió ilesa, pero Martín sangraba por un hombro.

La gente gritaba y corría en varias direcciones. Otros se agolparon alrededor del herido quien fue perdiendo el conocimiento. Cuando despertó, se encontraba en una clínica y ya Rita, su asistente en la editorial se había encargado de la cuenta, cuestión que no era ningún problema dadas sus entradas económicas.

Una operación, tres días internado, dado de alta con las recomendaciones respectivas. Muchas dudas, interrogantes. La policía afirmaba que era un atentado callejero con tantos psicópatas que andan por ahí drogados y con fanatismos en la cabeza por ideologías dominantes.

Eloísa se mostraba preocupada, amable, cariñosa, dispuesta a mudarse unos días a la casa de Martín, para cuidarlo y ayudarle a cumplir el tratamiento, proposición que él aceptó disimulando el recelo, igual que ella que sabía por dónde venía la cosa. En realidad, estaba muy asustada y el mudarse unos días le aseguraba protección personal y despiste a sus seguidores.

Así que de pronto se encontraba en un majestuoso apartamento que veía con detenimiento, como decir: lo que quería el pez, que lo echaran al agua. Después de acomodar sus pertenencias en una habitación a todo dar, bajó las escaleras, y le preguntó a Martín, quien descansaba en una poltrona reclinable, ¿qué deseas almorzar?

No obstante fue un almuerzo en el cual Eloísa, demostró tener un excelente dominio del arte culinario, en Martín crecía la duda sobre la identidad de esa mujer, que en forma inesperada y casual, o tal vez no, irrumpió en su vida. Durante la comida hablaron, por supuesto, del atentado, que a decir de la policía, fue con seguridad, un error y que fueron confundidos con otras personas; sabían que el auto de los delincuentes era robado y que fue abandonado a unas cuantas cuadras del lugar del trágico incidente y que continuaban investigando el caso.

Ambos, por turno, comentaron la suerte que tuvieron, pues los resultados de la agresión, podrían sin duda haber sido de mayor envergadura, y brindaron, una y otra vez, por seguir en vida. No faltaron las sonrisas y detalles con un poco de humor negro, por parte de Eloísa, que asombraron a Martín, pensándolo más tarde.

Al otro día, en el desayuno, Eloísa, comentó que al ver la pronta recuperación de Martín había decidido volver a su hotel, y que ya tenía preparada su maleta. Martín, asombrado por la decisión, preguntó por qué el apuro…

-Necesito un poco de tiempo, para ubicar mis pensamientos, nuestro encuentro, nuestra relación, el atentado…en fin, quiero estar un poco sola, por favor debes entenderme. Dame un poco de tiempo…ya me comunicaré contigo.

El carácter de Eloísa, una vez más, salió a flote, el dueño de casa, ni siquiera atinó a opinar. Se despidieron, y cuando Eloísa cerró la puerta de la casa, le pareció creer que era la última vez que la vería.

Apenas llegó al hotel y como primera medida se dirigió a la sala de estar donde había un apartado con un par de computadoras. Pidió un café negro en el bar, y se sentó a buscar los datos necesarios para llevar a cabo el plan que ya lo tenía en mente desde el día anterior. Buscó los planes de vuelo de la compañía Alitalia. La nona Francisca, con seguridad se alegraría recibirla, después de tanto tiempo…

Antes de subir a su habitación, avisó en la Recepción, que en un par de horas abandonaría el hotel, solicitando que le preparan la cuenta. Ya en la habitación, sacó su carpeta de notas y con mano firme escribió unas pocas líneas de despedida.

Cerca de las nueve de esa noche, un mensajero se presentó en la residencia de Martín, entregando un sobre con su nombre y dirección.

Querido Martín…no me es grato terminar así, nuestra corta relación, que sin duda la recordaré como una agradable vivencia, pero las circunstancias me obligan a tomar esta decisión. No deseo involucrarte en mis problemas, no lo mereces, muy por el contrario, en el poco tiempo que nos conocimos supe notar y apreciar el tipo de persona que eres, razón por la cual mi deseo de evitarte posibles interferencias en tu apaciguada vida. Anhelo lo mejor para ti. Un beso….
La periodista


Martín al leer la nota se quedó perplejo y empezó a formular incógnitas:

· ¿A qué venía esto ahora, precisamente cuando entraba en la idea de comenzar con ella algo más que una simple amistad?

· ¿Qué misterio encierra esta mujer?

· ¿Se podría fiar de ella?

· ¿Por qué le dice que no lo quiere meter en problemas?

· ¿Tendría entonces el supuesto atentado que ver con ella?

· ¿Es en realidad una periodista?

· ¿Es posible que lo quiera utilizar con un fin determinado?

Inmediatamente y con profunda preocupación la llamó al celular sin lograr respuesta. Llamó al hotel donde estaba hospedada y le informaron que había salido.

Si, en realidad, Eloísa había salido debido a que su vuelo fue pospuesto para el otro día a las diez de la mañana. Así que trataba de despejar la mente, mientras secaba sus lágrimas. Los remordimientos por su hermana no la dejaban en paz, las cosas indebidas que hizo, atormentaban su conciencia, reconociendo que a veces, el poder vuelve a las personas insensibles y cuando ya meditan sobre su accionar resulta tarde porque no se puede volver atrás. Seguía viviendo en un constante miedo que olvidaba por ratos, en acecho observando las personas que la rodeaban o se le acercaban.

En vista de que empezaba a sentir algo más que amistad por Martín no deseaba involucrarlo indirectamente en las consecuencias que enfrentaba, sabiendo que quienes la perseguían, eran personas pagadas para lograr el objetivo de matarla sin compasión, igual como ella no la tuvo, en muchos casos en que ni siquiera dio oportunidad a sus víctimas de demostrar su inocencia. Fue implacable. Se creía una super héroe y ahora andaba muy asustada.

Reconocía que a donde quiera que fuese la perseguirían hasta lograr la venganza de quien sabe quién, ¿cómo adivinarlo si se había ganado tantos enemigos por sus víctimas, o el decomiso de drogas que la amenazaba mediante mafiosos? Aquí se conjugaban el bien y el mal, para internarla en un laberinto, en un túnel del cual no divisaba la salida, prácticamente por su accionar, ahora tenía una muerte anunciada y se acordaba más de su madre que le aconsejaba no entrar en ese cuerpo policial por lo riesgoso que resultaba

Entre tanto, Martín recibe una llamada telefónica, diciéndole que debía viajar al otro día a Italia a entrevistar a Pablo Perusino, autor de la próxima edición de la novela: “Más allá de la oscuridad”. Automáticamente, respondió que estaba de acuerdo y al otro día ya se encontraba en el aeropuerto. Se tomó un café con leche cremoso, mientras pensaba insistentemente en ella.

Capìtulo V
Encuentro en el aeropuerto

Dando chance a que llegara la hora de abordar el avión, se dirigió a la hilera de asientos para descansar y se llevó tremenda sorpresa… justo en la tercera fila de sillas, estaba ella, quien lo miraba con los ojos desorbitados, mientras balbuceaba: ¡¡No puede ser!!

Inmediatamente, Martín se le acercó y le preguntó: ¿qué haces tú aquí?

Acostumbrada a zafarse de cualquier eventualidad y utilizando su comprobada rapidez mental, sin titubear respondió…

-Trato de calmarme, pues los nervios me ocasionaron un terrible dolor de cabeza al enterarme del retraso de mi avión, y dime… ¿por qué me buscas, no fui lo suficiente explicita en el mensaje que te envié?

La respuesta rápida, sin duda preparada, asombró y dejo perplejo a Martín, quién no supo además, responder a la amenazante pregunta que flotaba en el aire.

Sin esperar contestación, Eloísa se levantó de la butaca, tomó con brusquedad su bolso de mano, se acercó lo suficiente para no tener que levantar su voz, lo miró fríamente directo a los ojos, y casi susurrando le manifestó que le disgustaba que la siguieran, es más, no lo soportaba, y como poniendo fin a un discurso, dejó una frase que no permitía mala interpretación…

-Fuera de mi vista y no me obligues a repetirlo, ¿capito?

Dio media vuelta, unos pocos pasos fueron más que suficientes para lograr perderse entre la muchedumbre que iba y venía por el hall de espera del aeropuerto.

Lo primero que hizo fue dirigirse a los baños, allí podría pensar sin molestias. Mientras se arreglaba el pelo, el espejo le reveló un rostro que denotaba rabia, el ceño fruncido la asustó, trató de calmarse…una señora mayor que estaba a su lado, se atrevió y le consultó…

-¿Se siente bien, necesita ayuda?

-No es de su incumbencia, ocúpese de sus cosas, ¡¡déjeme tranquila!!

Buscó un compartimiento vacío, entró y cerró con fuerza la puerta.

Después de unos minutos, salió de los baños, con una cara reluciente, bien maquillada, y con paso firme acudió a la ventanilla de la compañía, para averiguar a qué se debía la demora.

Martín que no tenía un pelo de tonto, aseguró la hora de su vuelo, deduciendo que le quedaba hora y media de espera, así que decidió vigilar a su furiosa amiga, que más le intrigaba y gustaba con la última actitud asumida. Pensaba que era una manera de sacudirse el bulto, como se dice a lo criollo.

Se ocultó tras de una columna cerca del ascensor que daba vista directa hacia los baños, a donde la vio dirigirse cuando se sacudió toda furibunda.

Mientras tanto, ella sentada en el pasillo izquierdo, observaba el ir y venir de la gente, las vidrieras de las tiendas. La verdad, que estaba ofuscada y pensativa. En ese momento, su mente era un laberinto, se encontraba más enrollada que un kilo de estopa. Cavilaba sobre si hizo lo correcto o debió actuar de otra manera. Siempre su impulsividad la traicionaba. Su mente daba vueltas y más vueltas para llegar a la conclusión que su respuesta no fue la apropiada, que debió portarse con amabilidad y decirle a donde iba y que visitaría a la Nona Francisca quien se encontraba muy enferma. Inventar una mentirita no le hace daño a nadie y quedaría como una persona cortés, además de que ya estaba acostumbrada a eso, pues era más embustera que roñoquero.

A todas estas, Martín se cansa de esperar y vigilar. Se encaminó hacia los baños de caballeros, se lavó la cara, se secó con su pañuelo, observó su rostro desencajado, con rasgos de desencanto y decepción. Cada vez, más lo intrigaba esa bella y seductora mujer y lamentaba haberla perdido de vista. Nervioso miró su reloj y aun le quedaba media hora para ser llamado abordar el avión...

Se entretuvo mirando las exhibiciones, en realidad no destacaba nada, solo pensaba arrepentido, que fue un tonto, que debió sacudir su altanería agarrándola por lo hombros y prendándose de su boca en un apasionado beso... seguramente le hubiese dado una cachetada pero eso no hubiese importado, sea como fuese ahora lo castigaba la duda.

· ¿Para dónde se iría?

· ¿Dónde se metería?

· ¿Por qué actuó a la defensiva?

· ¿Qué ocultaba?

· ¿Por qué era tan misteriosa?

· ¿Era obsesión, intriga o verdadero amor, lo que sentía por ella?

Entretenido en sus cavilaciones, no oyó el llamado inicial de su respectivo vuelo. Así que se espabiló al tercer aviso y salió corriendo hacia el avión. Ya casi cerraban la puerta, una aeromoza le dijo:

-Buenos días, ¡adelante!

Mientras entraba, ella le indicó:

-Su asiento es el 26 A.

Y hacia allá se dirigió.

Unas hermosas piernas se recogieron un poco para darle más espacio. Martín elevó la mirada, ¡y allí estaba Eloísa!, a veces hay que creer en el destino. Al encontrarse sus ojos, no pudieron más que reírse a carcajadas.

De repente, todo cambió, desapareció el enojo, sólo sentían que sus corazones aceleraban sus latidos, que muchas mariposas revoloteaban en sus estómagos dándoles una sensación de flotar en el espacio, prefirieron callar un buen rato. En realidad, ninguno de los dos, se atrevía a conversar para romper el hielo.

Martin abrió su agenda de negocios y apuntes relativos a los mismos y ella, un poemario de Andrés Eloy Blanco.

De pronto él la miró y preguntó:

-¿Qué poema lees?

Y ella respondió:

-No me digas que conoces al poeta…

-Si…he leído varias de sus creaciones, ¿cuál estás leyendo?

-Giraluna, y estoy detenida en estos versos:

…Romance de viajero…que trae capa…mujer…amor en fuga…y alibajo el sombrero…todo lo que conjuga…con el querer, cuando el querer madruga…

-¿Te gustan?

-Sí, son preciosos.

-Lo mismo pienso… es mi poeta preferido, escribía con una profundidad e inspiración extraordinaria.

- Entiendo que algo me insinúas, ¿me equivoco?

- Por lo visto, poco me conoces, no soy de insinuar, pienso y digo, sin ninguna clase de escrúpulos. Y cambiando de tema… ¿adónde viajas?

Las respuestas fueron semi respondidas y las preguntas algunas sin sentido y otras para alargar la conversación. Concretando, ambos trataron y lograron, mantener como incógnita sus verdaderos destinos. Es decir, ninguno quiso revelar los dónde y porqué de su vuelo.

Martín, después de un rato de charla, y dejándose presionar, razón por lo cual, más tarde se arrepentiría, relato a grandes rasgos, el motivo de su vuelo a Roma.

Ella, compartió su pena, al hacerlo partícipe de su tremendo dolor por la salud tan delicada de su abuela, y esperaba pasar unos días para estar cerca de ella en los últimos días de su vida, a decir de sus familiares.

Aterrizaron, él ofreció llevarla con un taxi hasta donde necesitara. Eloisa le comentó que alguno de la familia la recogería del aeropuerto, así le aseguraron. No quedaba otra que despedirse. Un efusivo abrazo los unió. Adelantándose, ella le pidió el número del celular, prometiéndole que se comunicaría a la brevedad posible.

Una vez más, a Martín le volvió la sensación que ella no cumpliría con su promesa. Sin embargo, no quiso insistir, le regaló una amplia sonrisa y se encaminó hacia la salida, en busca de un taxi.



Capìtulo VI
Nueva separación

Eloisa fue en busca de sus maletas; pasaron un centenar de valijas en la manga…las de ella brillaban por su ausencia; sabía que era posible este tiempo de pérdidas, pero nunca había pasado este tipo de contratiempos.

Con un poco de nerviosismo llegó hasta la oficina de reclamos; recibió las consabidas disculpas…llenó el correspondiente informe, y a cambio recibió un vale que atestiguaba el reclamo. Se encaminó a la salida, tomó un taxi y pidió llegar al centro de la ciudad, específicamente a La Vía Veneto.

Allí empezó a buscar un hotel que resultase cómodo para pasar un tiempo prudencial. Le interesaba estar en un sitio céntrico donde en un espacio limitado pudiese tener la oportunidad de divertirse y apartar de su mente ese constante miedo que la acosaba. Era como una sombra que la perseguía y se le encaramaba en las espaldas. Las noches le parecían muy largas. Generalmente; sufría de insomnio y éste era denunciado por sus profundas ojeras. Trataba de disimular su tristeza y cargos de conciencia cada vez que se acordaba de su hermana.

Su mente se agitaba con esta tragedia y la evocación de su faceta policial. Muy tarde entendió que el poder ciega, que el deseo de destacarse a veces conduce por senderos equivocados que tuercen bruscamente el destino, cuando lo ideal es vivir en sana paz y armonía. Ni siquiera pudo actuar en defensa de su hermana. Ya hasta por el deseo de huir, se le secaba la sed de venganza a lo que estaba acostumbrada, pues siempre había actuado aplicando la sanción bíblica de “ojo por ojo y diente por diente”, sin compasión alguna, creyéndose la dueña del mundo, rodeada de halagos, alabanzas, como hacen los adulantes frente a los que creen que son gran cosa sin saber lo podrida que tienen el alma.

En todas estas cosas pensaba mientras exhalaba el humo de un cigarrillo, acostada boca arriba en la cama, mirando el techo y las hermosas lámparas que lo decoraban. Así pasó varias horas, estática, perdida en el laberinto de lo que hasta ahora representaba su existencia., un simple dilema que aterraba bajo la presencia de una mujer escultural que ningún hombre podía dejar de voltear al ella pasar por su lado y de ello, coquetamente, se valió muchas veces, como quien no quiere la cosa pero conocedora de las sensaciones y emociones que despertaba, convirtiéndose en un aplicador recurso impregnado de antivalores, falta de escrúpulos y principios, todo lo contrario de Eloína, a quien le aminoró la vida increíblemente, porque fue su accionar quien condujo al crimen.

La cabeza le daba vueltas, ni siquiera bajó al restaurante a cenar, se tomò un vaso con agua de la jarra que estaba en la mesita de noche y se acordó de un chocolate que tenía en su cartera. Todo le daba vueltas. Contó en el cenicero seis cigarrillos. Se quitó el elegante traje sastre que cargaba, abrazó la almohada y lentamente, se quedó dormida.

Los rayos del sol la despertaron a media mañana. Se dio un buen baño y se colocó la misma ropa. Bajó a desayunar. El mesonero la atendió inmediatamente, mirando sus curvas disimuladamente, Le iba a entregar la carta para que pidiera el menú y ella cortésmente, le dijo que sólo quería un emparedado con jamón o pollo y un jugo de naranja. Comió pausadamente, con la mirada perdida. Nada de lo que la rodeaba le llamaba la atención.

La segunda noche, después de pasar un día aburrida, seguía con la incomodidad de no recuperar aun, sus maletas, razón por la cual; se vio obligada a comprar dos mudas de ropa en un centro comercial cercano, sin escoger mucho, porque cada hora que pasaba en público, aceleraba sus temores. Cada persona que se quedaba mirándola fijamente; pensaba que era un espía que la perseguía y/o vigilaba para dar los datos exactos de su paradero.

Prefirió ver televisión. Cambiaba los canales y no conseguía nada interesante, hasta que decidió ver una película mexicana, que siempre dejan un mensaje aleccionador. Entre las escenas románticas, se imaginaba con Martín , a quien llamaría al recuperar sus pertenencias, que fueron detenidas por un tipo que iba en el avión siguiendo sus pasos y se las ingenió para retenerlas y revisarlas en busca de cualquier información sobre el asesinato de su hermano Jorge Cusimano, quien era narcotraficante y conformaban una mafia muy peligrosa; como lo son todas, a quienes no les importa los que destruyen, se llevan por delante, con tal de saciar su sed de dinero, ambición, poder y ese prestigio que obtienen aunque sea mal habido y tengan frente a sus narices, una muerte anunciada. Así que entrar en ese círculo es sumamente peligroso y más lo es, para quienes los enfrenten, porque son implacables.

Jorge murió en un enfrentamiento en una frontera venezolana, razón por la cual; su hermano Cristian no cesaba en su sed de venganza, porque para ellos lo que hacen no es malo, al contrario; el más dañino es valiente y todos los que se dedican a esas actividades ilícitas, lo desean tener por jefe. En ese mundo, no hay remordimientos, ni cargos de conciencia y sus triunfos sangrientos los celebran con grandes festines donde abundan las alabanzas y adulaciones, mientras se maquinan traiciones y venganzas como la que perseguía a Eloísa.


Capítulo VII
Tras sus huellas

Por consiguiente, Cristian no andaba solo, lo acompañaba Roland, otro adiestrado espía, quienes trataban de acumular suficientes pistas para acusarla mediante un abogado supuestamente honesto y destacado en la sociedad, o en su defecto; tomar venganza por sus propias manos.

Eloísa no estaba equivocada, la intuición le avisaba del inminente peligro que la acechaba.

Cuando Cristian revisó todo en forma exhaustiva, fue al aeropuerto, regresó las maletas en la Oficina Central de Información, explicando que se las había llevado por equivocación, porque eran iguales a las de él y que por esa razón las estaba devolviendo, agradeciendo que al avisarle a la propietaria le dieran sus disculpas, dejando una tarjetica para que lo llamara posteriormente y hacerlo en forma directa y si era posible, hasta personal.

Ante algo que parece inaudito y la fuerza de convicción del personaje, la señorita que les atendió, llamó por teléfono para que vinieran los guardias encargados del departamento de equipajes. Prestamente llegaron y al oír las explicaciones, le preguntaron a Cristian:

-¿Cómo se puede equivocar una persona respecto a sus pertenencias?

A lo que respondió:

-Tenía una fuerte jaqueca, así que le dije a mi asistente para que se encargara de eso, mientras yo me quedé en un cafetín para tomarme un calmante.

El agente respondió:

-Por causa de esos errores, surgen muchos contratiempos, la agencia aérea queda mal, surge la incomodidad entre todos, las dudas, preocupación, vergüenza, pérdida de tiempo, y en este caso, la incógnita y desconfianza porque no aparecían las maletas y no encontrábamos que decirle a su dueña, hasta de pasar por el error de desconfiar de los empleados y acusarlos injustamente. Por estas razones y por el alivio que sentimos al encontrar la solución y respuesta positiva, vamos a pasar por alto, la equivocación, con el deseo que no vuelva a cometer ese error.

El Cristian se las traía, su buena presencia y carita de inocente, le dio todas las de ganar y salir bien librado de este embrollo a propósito.

Ahora quedaba pendiente buscar sus propias maletas, que sabía nunca aparecerían porque ya las tenía, ni él regresaría a reclamarlas. Con un apretón de manos y una abierta sonrisa, se despidió, asegurando que estaría pendiente de la llamada.

Al tercer día, Eloísa recuperó su equipaje y suspiró con alivio, todo estaba en orden. Por la noche se puso buenamoza y decidió bajar al Casino. Total, no iba a salir y pensaba que allí no tendría peligro. Se sentía medio segura por el cuerpo de vigilancia y seguridad que allí existía.

Cuando entró, muchas personas voltearon a contemplarla, Su presencia exhalaba dominio en el escenario, aunque por dentro sentía que temblaba. Su aspecto era exuberante y sus caderas cadenciosas. Las mujeres, sin disimulo alguno, la detallaban de arriba abajo, mientras ella obsequiaba una hermosa sonrisa.

Se acercó al encargado y le preguntó a qué mesa se podía dirigir para jugar.

No había respondido éste, cuando de la nada apareció Cristian, y le dijo:

-¿Usted quiere jugar, observar, o acompañar a algún jugador?

A lo que ella respondió:

-Las tres cosas a la vez.

Lo que contestó le causó sorpresa y risa a la vez. A Cristian también le hizo gracia... y desde ese momento, sintieron cierta afinidad.

Antes de llegar a la mesa que le iban asignar según los puestos desocupados, ella le dijo:

-Deseo jugar un rato, para entretenerme y recordar viejos tiempos.

Y él refirió:

-En lo mismo ando yo. Sígame...

Y le ofreció el brazo que ella aceptó, mientras lo miraba de reojo.

Era un hombre muy bello, rubio, ojos azules, muy altos y elegantes, bien vestido, gentil, atento, con abundante y ondulada cabellera, oliendo a perfume caro, así que se podía convertir en la envidia de las damas allí presentes.

Jugaron dos horas, en un ambiente asfixiante por el olor a nicotina, que les obligó a salir en el tiempo prudencial. Cristian la invita a conversar en una de las salas y lo hicieron tendidamente sobre diferentes tópicos alusivos a sus costumbres, diversiones, ocupaciones, hobbies, gustos, sitios que han visitado, otros.

Cuando miraron el reloj, era más de medianoche. ¡La pasaban tan a gusto!, especialmente ella que estaba encerrada y deambulando de sitio en sitio, como el judío errante. Exhaló un suspiro, mientras él deseaba pasar otro rato con ella, así que ni corto ni perezoso, le pidió que fuesen al salón de baile. Para su sorpresa, Eloísa aceptó. No deseaba ser una aguafiestas. Allí compartieron copas, chistes y danzaron hasta la madrugada. Se sentía bien, a gusto, cómoda, atraída, tal vez por las circunstancias que estaban viviendo que la habían alejado hasta de las satisfacciones que produce la simpatía, amistad, el amor, el sexo.

Decidió retirarse a su habitación y Cristian la acompañó. Al llegar a la puerta, él se le acercó cariñosamente y trató de besarla. Casi lo logra, pero en ese momento llegó a la mente de Eloísa, la imagen de Martin y sólo atinó a dar las buenas noches. Quedaron a verse en el desayuno.

Cristian estaba en el mismo hotel por una “rebuscada casualidad”, en procura de fines adversos o traidores, así que se dirigió también a su habitación y sin ni siquiera quitarse la ropa, se tiró en la cama a pensar y pensar, cómo había caído en esta situación en que la que considera su enemiga lo haya cautivado tanto... pero nada ni nadie puede frustrar su más caro anhelo, la venganza del hermano.

Mientras tanto, Eloísa se reía de los gratos momentos compartidos. Empezaba a despertarse el sol, y decidió darse una ducha para luego dormir un rato. Pero antes y a pesar del cansancio, fue a su maleta a buscar el diario, hacia días que no anotaba nada nuevo, como era su costumbre y rutina. Pero resulta que no lo encontró por ninguna parte.

Empezó a temblar y pensaba en todas las preguntas que le había hecho Cristian, casualidad que estuviese tan interesado en conocer su vida. Más se alarmó al recordar que entre copa y copa le había dicho que era policía, No concilió el sueño, el sudor le corría por todo el cuerpo, por la preocupación, los nervios y el miedo.

Salió apresuradamente del hotel, luego del check out, tomó un taxi, en busca de otro hotel que había conseguido en la Guía telefónica comercial, el Luxemburgo, muy distante del que se encontraba y de menos categoría, lo que deseaba era no llamar la atención.

Allí se encerró nuevamente y se encargó de leer y escribir. Su diario estaba lleno de explicaciones, hechos, conjeturas, sentimientos encontrados, razonamientos como para justificar sus acciones, también había nombres de personas, entre otros aspectos relevantes.

Por otra parte, Cristian se quedó dormido hasta después de mediodía. Lo hizo con la convicción de que no buscaría más a esa mujer, que lo haría solamente para el propósito que lo animaba porque lo contrario, sería traicionar a su hermano. Pero apenas se despertó, ya estaba pensando en ella. Así que después de arreglarse deportivamente, bajó a desayunar, no sin antes pasar a buscarla a ella, como habían acordado, - aunque ella tal vez ya lo habría hecho - Tocó la puerta sin respuesta alguna, insistió y total silencio. Bajó al restaurante, no sin antes preguntar por ella, en información, llevándose la tremenda sorpresa de que se había marchado de allí, muy temprano.

Esta situación lo incomodó grandemente, porque pensaba que a lo mejor ella había sospechado algo sobre su persona y ahora se daba cuenta del gran descuido de no anotar su número de celular. Inmediatamente, llamó a Roland, su asistente, para explicarle lo sucedido y reforzar la búsqueda pagándole también a un detective, como una forma de ganar tiempo antes de que se volviera a cambiar de sitio. En este momento de confusión, ya no sabía cuál era en verdad, la causa del interés por encontrarla.

Sin embargo, le inquietaba la lista que copió de la que estaba en el diario de Eloísa, donde figuraba precisamente, el nombre de su hermano: Jorge Cusimano.



Capìtulo VIII
El reencuentro

Mientras tanto, Eloísa estaba obstinada del encierro y salió a visitar una iglesia, para sentir el bálsamo espiritual de Dios y pedirle que le diera tranquilidad. Cuando bajaba las escalinatas del templo, sintió que la llamaban y al subir la mirada, se llevó ¡tremenda sorpresa!... era Martín que se acercaba apresuradamente.

Después del saludo y abrazo respectivo, se sentaron en la plaza al lado de la iglesia. A Eloísa, le parecía increíble, evitó y atrasó el encuentro y ahí estaba frente a ella, sonriente, amoroso, sus ojos hablaban por si solos e irradiaban el amor que le tenía, no era necesario confesarlo porque ella sentía lo mismo... ahora que estaba apretada sobre su hombro, las mariposas revoloteaban en su estómago.

Así que a la vez pensaba que debía valerse de su astucia y mentiras para no quedarse sola nuevamente

-¿Y qué has hecho en estos días?

-Atender a mi abuelita, llevarle el cura, comprar medicinas, ayudar en los oficios de su casa...

-¿Y cómo sigue?

-Ella murió hace una semana...

-¡Que pena, lo siento mucho!

-Yo también, he estado muy triste, pensando en regresar a Venezuela. Precisamente, le pedía orientación a Dios,

-Tú no tienes que andar del tingo al tango, si en verdad lo deseas puedes quedarte y vivir conmigo.

-¿Lo dices en serio?

-Sí, no he dejado de pensarte y fíjate que siempre nos encontramos por casualidad, eso quiere decir, que el destino nos junta.

-Es verdad lo que dices. Yo también pienso lo mismo. No he dejado de pensar en tí e imaginarme contigo en escenas románticas.

-Bueno, entonces, todo estriba en tu decisión.

-Sí, menos mal que nos vimos porque pensaba marcharme mañana. Ya bajé de casa de la abuela y estoy en un hotel, si quieres acompáñame.

-Bueno, si deseas, cancela y nos vamos a donde yo estoy residenciado. Me quedan pocos días, mientras cierro unos negocios de edición de libros y revistas, termino de redactar unos editoriales y prólogos que me han pedido. Allí estaremos tranquilos. Es una casa tipo estudio con todas las comodidades y queda en una colina con una vista espectacular.

-Bien, me atrae la idea, hagamos lo que dices.

Al decir esto, suspiró profundamente, mientras pensaba que así ganaba tiempo, que por lo menos los perseguidores le darían una tregua, imaginando que el Cristian estaría furioso, frustrado, incómodo y no dejó de sentir una satisfacción íntima al quedar al descubierto, porque además tenía la tarjeta de él que le hicieron llegar desde el aeropuerto.

Después de los pasos pertinentes, se montaron en el cadillac rojo de Martín y empezaron ascender, ambos volteaban a mirarse y en sus ojos resplandecía el brillo del amor, Ella se veía bellísima, el viento mecía su larga caballera.

Llegaron al sitio preciso, era bello, acogedor, especial para dos enamorados que se conocieron por casualidad y cada vez se encuentran por las mismas circunstancias.

Eloísa pensaba que no podía perder la oportunidad de ser feliz, de olvidar un poco su pasado torturador, sabía que lo lograría con Martín. Era tan gentil, delicado, cariñoso, atento, ¿que más quería? Además, desde ese instante decidió empezar a vivir a plenitud el tiempo que le quedaba, la vida es maravillosa pero la de ella estaba en un continuo punto suspensivo,

Todo eso pensaba, desde el amplio ventanal, cuando sintió unas manos tibias posarse sobre sus hombros. Ella volteó, su larga cabellera rozó la mejilla de Martín y él se inclinó y un cariñoso beso en sus labios, fue más que suficiente para comprender las intenciones de su anfitrión. Ella se entregó y lo dejo hacer…

Capítulo IX
Crucial decisión

La verdad que resultaba irónico que una mujer con tan encontrados sentimientos, experimentara un amor como el que disfrutaba actualmente, ese que hace sentir mariposas en el estómago conjuntamente con la sensación de plenitud, y la compenetración de lo físico con lo espiritual. Era un amor diferente a los anteriores en que sólo se sentía pasión momentánea pero que no dejaba huellas en su corazón.

Así que la luna de miel fue intensa y extensa, con mimos, promesas y una gran felicidad que la hacía olvidar su grave problema.

La dicha la envolvió y se olvidó de sus perseguidores Cristian y Roland, quienes estaban contrariados por lo que consideraban una viveza de ella que logró burlarlos en sus propias narices. Así que andaban de casa en casa por diferentes sectores enseñando una foto de Eloísa y hasta después de quinces días no habían encontrado respuesta positiva.

Eloísa bajaba con Martín hacer compras y se volvían a refugiar en su rinconcito de amor. En realidad, el decidió prolongar esos inolvidables momentos. Total, su personal laboral lo sustituía a las mil maravillas en su editorial, razón por la cual, no debía preocuparse, desde allí podía resolver cualquier problema que se presentase, gracias a los medios de comunicación, especialmente, su potente celular.

En esa bajada al pueblo, Eloísa pasó frente a una peluquería y le dijo a Martín que quería entrar hacerse unos cambios para ponerse más bonita para él. Martín accedió gustosamente- Mientras ella cambiaba su apariencia, él siguió haciendo otras compras como vinos, ponche cremas, golosinas, galletas, jugos, panes, dátiles, almendras, nueces, entre otros, que le permitirían disfrutar gratos momentos con ella mientras veían películas por la televisión.

Resultó larga la espera, así que Martín para no fastidiarse tomaba fotografías desde diferentes ángulos del paisaje circundante, destacando la Iglesia de piedras que conformaba su antigüedad, la plaza con gigantescos árboles, ardillas entre las ramas de los mismos haciendo graciosas piruetas como los trapecistas, muchas palomas en el suelo caminando entre las personas que les tiraban migas de pan, galletas y cotufas, ya tan acostumbradas a eso que eran mansitas.

Todo esto le daba un encanto al paisaje que oscilaba entre la sencillez y humildad… estaba tan fascinado en esto que no se dio cuenta cuando Eloísa salió de la peluquería. Al voltear para tomar otra fotografía, se tropezó con ella. Estaba bellísima, transformada, ahora era pelirroja y ese color le sentaba de maravillas.

Regresaron sonrientes a su nidito de amor. Dentro de dos días se marcharían de donde no querían irse, pero a Martín lo llamaban sus responsabilidades. Ya había holgazaneado bastante. Y ella parecía no tener nada que hacer.

Entonces preguntó…

-Y tú por fin, ¿qué has hecho de lo que hablamos cuando nos conocimos?

Ella se turbó y contestó:

-En realidad no he escrito casi nada, no me he podido concentrar con tanta brincadera para aquí y para allá, paseando, conociendo, luego atendiendo a mi abuela, el contacto con otros familiares, el entierro…

-Bien, ya tendrás tiempo de sobra cuando lleguemos a Bélgica.

-Sí, seguramente. Allá podré concentrarme.

Coqueta y mimosa, se recostó en su hombro.

Al otro día alistaban maletas. Después bajaron a comer en un restaurant criollo.

Eloísa se carcajeaba por un chiste de Martín y cuando bajó la cara, vio al frente del sitio y a través de los cristales, a Cristian. Se asustó mucho e inmediatamente se levantó para ir al baño, afirmando que de pronto se sintió mal.

En realidad, le temblaba todo el cuerpo. Daría tiempo para que su perseguidor se alejara, como en realidad, ocurrió. Al regresar se dio cuenta que ya no estaba y respiró con alivio…instó a Martín que se retiraran con el pretexto de que aún le faltaba embalar muchas cosas. Y así ocurrió. Una vez desocupados pasaron la tarde amándose y viendo televisión.

Mientras tanto, Cristian con la foto en la mano, entró a la peluquería donde obtuvo interesantes informaciones, que lo llenaron de júbilo. Estaba decidido asesinarla, no le quedaba otra forma de vengarse pues ya era mucha la demora para alcanzar su objetivo. Entregarla a las autoridades podría ser negativo, dadas las amistades cómplices que tenía en el cuerpo policial que seguramente, la dejarían escapar, aparte de que sería un riesgo para él por ser narcotraficante, so pena, que se pusiera en contacto con policías corruptos y criminales como ella.

Averiguó por fin, donde se encontraba y con quien, así que dado el cansancio y la hora de la madrugada, decidió hacer una tregua, y emprender el viaje por la mañana.

Se quedó dormido, cuestión que se recriminó internamente. Desayunó aceleradamente y empezó a subir la carretera acompañado de Roland, iban en silencio. Observando los chalets y buscando el carro rojo de Martín. Pasaron todas las casas, sin resultado alguno, revisaron nuevamente y nada. Cristian se bajó del carro para preguntar y un vecino le dijo que se habían ido tempranito, lo que significaba que ya tenían mucha ventaja por delante…

Martín y Eloísa ya se acercaban al aeropuerto. Ella había logrado su propósito. Nuevamente, respiraba con alivio…se salió con la suya, mientras sonreía al saber el tremendo despiste que causaba a sus seguidores.


Capitulo X
Sorpresas te da la vida


Al esperar el vuelo, fue reconocida por Pablo quien mostró gran alegría y sorpresa por encontrarla donde menos se lo imaginaría. Salió presuroso a su encuentro. Ella lo reconoció de inmediato y su cara cambió de color.

-Hola querida amiga, ¿cómo estás? ¿Qué haces aquí tan lejos?

Ella no sabía que responder. Inmediatamente, se repuso de la sorpresa y contestó:

-Estoy bien, gracias a Dios. Aquí con mi compañero de viaje.

Pablo se fijó en Martín .lo saludó respetuosamente y le dio la mano:

-Mucho gusto.

Y dirigiéndose a ella, siguió la conversación:

-Supe que te retiraste apresuradamente, del cuerpo policial y lo de tu hermana, de verdad que lo lamento mucho.

-Sí, me retiré, ya estaba cansada de ese trabajo… y lo de mi hermana lo he sentido demasiado.

-Yo también me retiré, ahora soy agente viajero.

-Que bien y es menos peligro.

En ese momento llamaron a los pasajeros para Bélgica.

Eloísa se excusó cortésmente y se retiró con un fuerte abrazo.

Pablo se quedó pensativo… ¿en qué andaría ahora?

Eran de la misma calaña, pensó, aunque él, fue más prudente y no se arriesgó tanto, pero ello no impedía que tuviese también sus enemigos, en esa profesión se ganan, actúes como actúes, porque la justicia es complicada y cada quien la inclina a su favor y puntos de vista.

Durante el viaje, Eloísa y Martín, no hablaron ni una sola palabra. La conversación no sería prudente en ese momento.

Llegaron a Bélgica, tomaron un taxi a la residencia de Martín y apenas cerró la puerta de entrada comenzó el interrogatorio. Martín tenía una cara de incredulidad y preocupación y ella no encontraba que hacer al verse descubierta.

-¿Por qué eres tan mentirosa? Nunca hubiese imaginado que me engañabas a propósito, quién sabe con qué intenciones, sin pensar si me puedes perjudicar… soy una persona de prestigio y no me conviene estar metido en líos, mi alta reputación se iría a pique inmediatamente.

Ella estaba turbada, temblando y no respondía nada, solo atinaba a bajar la cabeza.

Él furioso le recriminaba:

-Tanto acercarnos, conocernos, amarnos, para qué, si ahora descubro tu doble personalidad.

Ella, se armó de valor y decidió poner todas las cartas sobre la mesa. Con voz suave, lentamente, fue relatando, mejor dicho revelando, la verdad que ocultaba.

A medida que se confesaba, Martín contraía su ceño y se colocaba las manos en la cabeza. Todo lo que oía era inaudito, parecía una película de terror……

-¡No puedo creer lo que escucho! ¿Cómo pudiste?...

-Por favor, querido, no me interrumpas, pues no sé, si de hacerlo, podré continuar, déjame contártelo todo… lo necesito, es algo que me está comiendo por dentro desde ya mucho tiempo…solo escúchame, ya tendrás tiempo para preguntar, ¡¡Por favor!!

Martín con el dolor en su alma, se dio cuenta en ese instante que esa mujer no le convenía, que igual como se había aferrado a ella, debía dejarla, distanciarla lo más posible, sin ninguna piedad ni consideración.

Todo fue tan bello, pero duró muy poco, cuando creía que iba a seguir siendo inmensamente feliz, lo descubierto le cayó como un vaso de agua fría… a veces, es increíble las vueltas que puede dar la vida tanto para la felicidad como para la desgracia.

En el fondo se sentía aliviado porque no le dio chance de presentarla en su editorial y así evitó dar las explicaciones que se hubiesen suscitado. Por esa parte, se sintió tranquilo.

Le dijo a ella, que desocupara su casa al amanecer y así fue, sin más reproches, sin preguntarle más nada, ¿para qué? Pensó que en el fondo no valía la pena.

Sintió el sonido de la puerta principal cuando apenas despuntaba el alba. Su corazón saltó de dolor y decepción, las lágrimas rodaban por sus mejillas, sintió el impulso de salir corriendo y retenerla, pero pudo más su convicción que el amor que le tenía.

Pasaron los días entre lo rutinario, los recuerdos, la visualización de un presente y futuro diferente al que estaba trazado e imaginado, ¿crueldades del destino?

Siempre hay una persona que interviene directamente para convertirlo en feliz o desgraciado,

Los días se hacían largos y la cabeza de Martín era como un remolino… quiso saber más de la vida de Eloísa y por esa razón contrató un detective privado.

A la vuelta de un mes, el detective Jesús Moreno, le entregó un sobre con mucha información que leyó pausadamente, convenciéndose del peligro en que estuvo mientras se sentía el hombre más feliz del mundo. Contradicciones, ironías de la vida.

Ahora se acordaba del atentado saliendo del cine y lo asoció con ella, pensaba en la forma como lo atendió y en que sólo era una estrategia para refugiarse de los que la perseguían.

Capítulo XI
Nuevos derroteros y decisiones

Durante ese trayecto de separación definitiva, Eloísa viajó a México, donde vivía Rebeca, una vieja amiga de su adolescencia.

Le dijo que estaba de vacaciones y que trataba de buscar nuevos horizontes. El encuentro fue ameno, interesante, agradable, con mucha receptividad, recordando esos viejos y sanos tiempos.

Sin embargo, internamente estaba muy triste, sabía que había perdido la oportunidad de su vida, pensaba en el sufrimiento que le había causado a Martín, quien no merecía estar pasando por esa situación.

Pensaba también en la ventaja que tenía respecto a sus seguidores Cristian y Roland y que podía pasar un buen tiempo tranquila hasta que pudiesen dar con su paradero.

Martín decidió olvidarla y no seguir sufriendo por lo que no valía la pena, ni siquiera se preocupó por saber a dónde se había ido… los primeros meses son difíciles pero después el dolor se va apaciguando. Por esa razón le dio punto muerto a esa relación como dice el adagio: agua que no has de beber, déjala correr.

Pasaron seis meses.

Ya Martín se había resignado y calmado, aferrándose a la idea de que lo mejor es lo que sucede; entregado a su editorial, había tenido éxito con su último libro: “La fuerza de la mentira”, lo que le produjo cuantiosas ganancias.

Por esa razón supo Eloísa de él, a través de una entrevista en un programa de televisión y se alegró de sus éxitos,

Ella se desempeñaba en una empresa de confección de ropa que se destacaba rápidamente. Ese trabajo se lo consiguió su amiga Rebeca quien era modelo allí.

La vida le empezaba a sonreír aunque por dentro se sentía como un tronco seco.

Después de muchas peripecias, averiguaciones, viajes, Cristian y Roland, llegan a México, por fin la habían localizado, pero esta vez, no liban a perder sus huellas.

Se valieron de Macario, otro delincuente, a quien ofrecieron una cuantiosa suma de dinero para que se le presentara en la empresa que trabajaba. Y así fue.

Macario demostró estar muy interesado en la adquisición de vestuario para su hija y con su manera de ser, la conquistó.

Fue consecutivamente, se convirtió en un excelente cliente que le estaba aportando muchas ganancias al negocio con sus variadas compras.

Ya se había ganado la confianza, la amistad y un día concertó una cita para ir a cenar, a lo que Eloísa gustosamente, aceptó. No por ello dejó de ser precavida. Consultó con su amiga Rebeca, si tenía algún conocido en la Policía local. Quiso la suerte que uno de los hermanos, el mayor, era detective, ya años, en la Destacamento Policial Central de la ciudad. Fue entonces cuando comentó con ella sobre la invitación recibida del tal Macario; le pidió que vea la posibilidad de que su hermano averigüe sobre este sujeto, pues no está muy segura de sus intenciones.

-Mira, Eloísa, quédate tranquila, hablaré con mi hermano, si existe algo obscuro en el haber de tu pretendiente, rápidamente lo averiguará; a penas sepa algo te aviso.

¿Cuándo es la cena?

-El próximo fin de semana, espero que tu hermano consiga los datos hasta entonces, sino, trataré de zafarme y concretar para otro día, veré como me las arreglo.

El oficial Tomas, hermano de Rebeca, al escuchar de su hermanita el pedido, no dudo un segundo en responder.

-Ojito con ese malviviente, es un conocido delincuente, con varias entradas a la cárcel, con un destacable prontuario con varias carpetas con sus fechorías. Dile a tu amiga, que lo mejor es alejarse de ese sujeto, con seguridad nada bueno se trae entre manos.

Era viernes, un día antes de la susodicha cena. Cerca del mediodía, apareció en la tienda, el tal Macario.

-Muy buenos días, sólo pasaba para recordarle de nuestra cena para mañana…no me falle, ja, ja, ja…

-Menos mal que ha venido, pues quería decirle que no podré acceder a su gentil invitación, ha surgido un contratiempo que me impide encontrarnos, quizás en otra oportunidad, espero que me comprenda y no se me enfade…

El canalla, no obstante vio derrumbarse su plan, reaccionó en un santiamén.

-Ohhh….cuanto lamento el impedimento, espero que no sea nada grave, quizás podría ayudarla, ¿qué le parece?

-No, es algo personal, muy agradecida por su gentileza, ya veremos más adelante…ahora si me perdona… tengo cosas para hacer, ¿o es que necesita comprar algo para su hija?
Macario notó que no era buen momento para insistir, y con unas agradables palabras se despidió y abandonó el edificio.

Capítulo XII
Crucial desenlace

Eloisa solicitó salir del trabajo, con el pretexto de efectuar ciertos trámites urgentes.

Mientras caminaba hacia la puerta de salida, llamó su atención un coche negro estacionado frente a la tienda, creyó reconocer al hombre sentado al volante. Se detuvo, miró bien, no había duda alguna, era Cristian… ¿cómo habían llegado hasta ella? Decidió terminar de una vez con todo este juego.

Salió, cruzó la calle dirigiéndose directamente al coche estacionado, se acercó al ventanilla, con cierto disimulo sacó su pistola de la cartera, y la acercó al pecho de Cristian. Éste impresionado, no atinó a nada, fue todo muy rápido.

-Esto termina aquí, maldito, el que busca encuentra. Apretó el gatillo. El silenciador, cumplió su función…el ruido del tiro fue completamente amortiguado. Acto seguido apuntó y disparó al acompañante. Nadie se percató del incidente. Sus perseguidores continuaban sentados, como si nada hubiera ocurrido. Dio media vuelta, cruzó nuevamente la calle y se mezcló entre los transeúntes…

Mientras tanto, Macario que había salido contrariado frente a la negativa de Eloísa de salir con él, dio la vuelta la manzana para despistar y luego encontrarse con Cristian y Donald y reportarle las novedades, así como la siguiente planificación.

Al llegar a la esquina empezó hacerles señas a ellos para que se fueran más lejos de donde estaban y veía que no respondían. Le pareció sospechosa la inmovilidad y rápidamente se acercó a ellos con la tremenda sorpresa de ver fluir sangre de sus cuerpos, razón por la cual se quedó perplejo por un momento, pero seguidamente reaccionó y se alejó del sitio sin abrir la boca.

Ignoraba que situación se había suscitado, ¿quién los había asesinado?, ante el complicado asunto pensaba que se había quedado sin el trabajo, sin dinero, en un sitio que no conocía, así que se dirigió aceleradamente a la posada donde estaba, buscó su maleta y luego se fue hacia la orilla de la carretera a pedir colita.

En cuestión de media hora, ya iba en una góndola sin rumbo determinado, lo importante era poner tierra de por medio antes que empezaran las averiguaciones.

Mientras tanto, una viejita que pedía limosna se acercó al carro negro y al observar la escena sangrienta, empezó a pegar gritos como loca e inmediatamente se aproximó un número considerable de transeúntes, asombrados por esa escena que no era común en esa ciudad tan tranquila y pacífica.

Llegaron representantes del Cuerpo Policial, y seguidamente una ambulancia se llevó los cadáveres, mientras revisaban el automóvil con excesivo detenimiento.

Eloísa sentía que se le iba a salir el corazón por la boca. En ese momento, se encontraba en una entidad bancaria tratando de demostrar completa serenidad, cuestión que no le resultaba tan difícil por la fuerza de la costumbre que siempre le había permitido llevarse por los cachos al que le estorbara, la amenazara o tratara de agredirla o vengarse.

En ella, el pensamiento marchaba paralelamente con sus impulsos e instintos. Resguardarse era una necesidad suprema, más ahora que ya estaba alcanzando paz en su nueva vida y desempeño.

Se repetía mentalmente: la culebra se mata por la cabeza, no puedo seguir así en una continua zozobra.

El cajero terminó de atenderla; se dirigió hacia la salida de la entidad bancaria, respiró profundo, caminó tres cuadras y entró a la empresa, no sin antes percibir el gentío que había en la calle y más frente al carro negro, pero a prudencial distancia porque los policías cada rato exigían que circularan. Muchos no hacían caso alguno, porque la curiosidad es nata y la gente testaruda.

Varios policías preguntaban de negocio en negocio, de casa en casa, si habían percibido algo raro, alguna persona nueva, diferente, y Eloísa quien miraba desde los cristales de las ventanas empezó agitarse, aunque estaba convencida que nadie la había visto.

De pronto la mendiga llamó a un agente policial y le dijo que ella estaba sentada en el dintel de la puerta del frente del carro negro y que le parecía que se había acercado al mismo una mujer, pero que no le hicieran caso porque últimamente no veía muy bien, y menos de lejos, en fin… dudaba de su vista, razón la cual el agente no tomó en cuenta lo que ella había creído ver.

Cuando dos policías entraron a la empresa donde trabajaba, Eloísa, envestida en el cargo de encargada, los recibió y accedió responder sus preguntas. Al cabo de unos cortos minutos, agradecieron la colaboración, y satisfechos con las respuestas, abandonaron el recinto.

Capítulo XIII
Una nueva etapa

La decisión fue tomada. Ese mismo mediodía, se reunió con el dueño de la empresa de confección, le comunicó que por cuestiones familiares, debería viajar en forma inmediata a su país, y que ello requeriría ausentarse por un tiempo que, por el momento, no sabría calcular su alcance. Por supuesto recibió el permiso solicitado.

Esa tarde se ocupó de preparar un viaje de placer, que la sacaría de su preocupación por todo lo acaecido, y para ello visitó una agencia de viajes, para barajar las posibilidades. Con todo el material recibido, fue a encontrarse con Rebeca en su casa.

Le comentó sobre sus planes del posible viaje, que sería un secreto entre ellas, y que no deseaba que llegue a conocimiento del dueño de la empresa donde trabajaban. Para conseguir que su amiga no entre en dudas y así evitar preguntas y averiguaciones, la puso en conocimiento sobre los intentos de un par de mafiosos que en reiteradas ocasiones trataron de atentar contra su vida. Y decidió, por ello, hacer un largo viaje, hasta tanto aquellos desistan de su propósito. Por supuesto, que mientras hablaba con su amiga, en mente tenía muy presente, lo ocurrido y estaba muy segura que sus perseguidores habían dejado, en forma repentina, de ser problema, y esto en forma definitiva.
Rebeca, no logró salir de su asombro; creía conocer a su amiga, sabía a grandes rasgos sobre su agitada vida, y creyó que por fin estaba tranquila y disfrutaba con su compañía, con su nuevo trabajo…pero cuan equivocada estaba…la quería mucho y entendió sobre el deseo de hacer un viaje y así olvidarse de toda esa situación que tanto la perturbaba. Trató de saciar su curiosidad, y preguntó sobre cuál era su destino, cuánto duraría el viaje, etc…pero Eloísa, como era su costumbre, trató y logró evadirse de dar una respuesta concreta, alegando que aún no había decidido.

Los dos días siguientes los ocupó en la compra de ropa adecuada para el viaje.

Revisando los diarios, comprobó que la policía aún continuaba investigando el atentado sangriento, sin resultados por el momento.

Ya estaba fijado el destino del viaje, aunque no lo compartió con su amiga; en cambio le comentó que pasaría unas dos semanas en el gran país del norte, pues siempre le atrajo EEUU, nunca lo había visitado y esta era la oportunidad. Prefirió un vuelo nocturno, y así evitó que su amiga la acompañase al aeropuerto y así descubriría el verdadero destino del vuelo.

Unas horas antes del vuelo, cenaron en Primor, un coqueto restaurante céntrico, charlaron y pasaron una hermosa velada; conociendo el gusto de Rebeca, y la atracción por las joyas, le obsequió una sencilla y discreta pulsera, donde había hecho grabar su nombre, y en el reverso ~amigas para siempre~.

Llegó al aeropuerto con el tiempo exacto, por suerte no había demora, finalizó los trámites aduaneros, y mientras tomaba un sabroso café, no pudo dejar de pensar sobre lo pasado en esta ciudad…la expectativa sobre el viaje, conocer un nuevo mundo, exótico y distinto…todos esos pensamientos lograron que se esbozase una sonrisa en su rostro…África la espera, para allí volaba… 

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Epílogo

El viaje surgió sin contratiempos, nuevamente se salía con la suya en ese constante peregrinar en que había convertido su vida, que analizándola no había sido fructífera, ni con un proyecto de vida acorde con los ideales de una persona común y corriente. Ella se salía de esos esquemas por terca y testaruda, siguiendo sus instintos e inclinaciones, tendiendo a realizar actividades que se adaptan más al sexo masculino porque era amante de las aventuras, de lo que se salía de lo común y por esas circunstancias, ahora se veía envuelta como en una telaraña que la tenía atrapada. Las situaciones le habían permitido viajar, conocer exóticos lugares, disfrutar de maravillosos paisajes., con la solvencia que le permitía ser de una familia adinerada que le facilitaba sus gastos, incluso tuvo la oportunidad de consagrar el gran amor de su vida y cristalizar en un matrimonio con una pareja estable, pero su pasado siempre se interpuso como una mancha que deshonra y que quien lo conoce a fondo, la descarta por ser una mujer peligrosa.

Lo más importante para un ser humanos es la libertad y ella no la tenía, siempre a media luz, ocultándose, asustada de ser descubierta, eliminada, de tener una pena muy grande por su hermana, una culpa que la castigaba aparte de la sentencia que acechaba su existencia, pendiente de una venganza por diferentes fuentes ante las maldades e injusticias que cometió cuando ejerció su trabajo, la vanidad ante las ínfulas de considerarse un personaje muy importante, ebria de poder, seductora por su belleza natural, con muchas influencias que le facilitaron hacer lo que le viniera en gana, con una conciencia sucia que la mantenía sorda para marcar la diferencia entre lo bueno y lo malo.

Ahora, esa compasión que no sintió por nadie, la experimentaba en carne propia por las actitudes asumidas y sin tener vuelta atrás.

Sus cavilaciones fueron interrumpidas al empezar el aterrizaje del avión...llegaba a un país lejano, con kilometrajes de separación incluso de su querida Venezuela y al sitio menos imaginado. El temor la obligaba a asentarse en un territorio desconocido por completo. Ya la principal amenaza la había destruido por sus propias manos y quien sabe cómo iba la investigación del caso.

Al descender del avión, un escalofrío recorrió su cuerpo, se sentía intranquila, insegura, con muchas incógnitas por despejar.

Tomó un taxi para ir al centro de la ciudad de Nairobi, capital de Kenia. Se registró en el Elysian Resort. Después de concretar ciertas averiguaciones, al cabo de un par de días decidió llegarse hasta Kibera, de la cual se fue informando desde su celular, para constatar que es la barriada más grande de la ciudad, aunque abandonada por el gobierno.

El largo trayecto por tierra, le permitió observar paisajes fascinantes, fauna, flora, animales exóticos, mezcla de la riqueza con la pobreza extrema, marcando acentuados contrastes como pasa en cualquier parte del mundo, diferenciada por sus características geográficas.
Al llegar a su meta, le interesaba buscar un sitio lo más sencillo posible para hospedarse, para no llamar la atención. Hacía un calor sofocante que mojaba de sudor su blusa blanca de seda.
Se sentía extraña ante tanta gente. El taxista la llevó a El Refugio, un hospedaje discreto, con paredes de piedra y una gran fuente en el centro que limitaba una serie de amplios corredores donde estaban ubicadas en secuencia, las enormes habitaciones. La decoración centrada en bellas plantas de gran colorido y abundantes flores. Todo era sencillo pero con buen gusto y un ambiente agradable y familiar que se sentía desde el simple camarero hasta el que te atendía en la recepción.

El cansancio era tan grande, que dejó la maleta sin abrir, se recostó en la gigante cama y se quedó profundamente dormida.

Cuando despertó, ya estaba oscuro, la noche se perfilaba y sintió apetito, razón por la cual, se bañó y arregló para bajar al comedor con la sorpresa que estaba full y con las disculpas del mesonero, tuvo que compartir la mesa con un joven súper buenmozo. Después de los respectivos saludos entablaron una conversación:

-Ah, ¿usted es nueva aquí?, no la había visto.

-Sí, termino de llegar.

-¿En viaje de placer o con alguna intención específica?

-Lo primero, tratando de liberarme del estrés.

-Oh, eso es maravilloso, dichosos los que pueden disfrutar de unos días libres.

-A veces, toca.

-¡Que bien! Aquí se deleitará con la belleza de nuestros paisajes y espacios.

-Sí, ya me he dado cuenta con lo poco que hasta ahora he visto.

Se miraron frente a frente, se sonrieron y se presentaron:

-Mucho gusto, soy David.

Estrechándose las manos, ella respondió…-Me llamo Carla.

Otra vez encerrada en el mundo de sus mentiras.

Siguió una amena plática sobre el lugar donde se encontraban, afirmando él que en los alrededores existían barriadas deprimentes, pequeñas, con muchas necesidades y que él estaba entregado a eso, tratando de ayudar en lo máximo a los habitantes mediante misiones sustentadas por organismos y empresas privadas.

A ella le llamó poderosamente la atención las actividades que David realizaba y se interesó por ir con él a visitarlas y así apreciar directamente lo que verificaba, una desigualdad social increíble, muchos habitantes con carencias elementales como alimentación, vestido, salud, y a medida que se adentraba en ese mundo donde el conformismo se convierte en costumbre, la incredulidad la centró en la faceta de las injusticias. Algo interno se revelaba en ella, era como un llamado especial que te sacude e inclina a seguir en esta misión, ayudar en todas las formas que sean posibles.

Se entregó por completo a esa gente ayudándolas a sanar, o a bien morir dentro de lo que cabe cuando llega la implacable muerte, mientras entre David y ella surgía una bella y profunda amistad hasta el punto de tratarse como hermanos.

Eran como dos samaritanos; los vecinos acudían a ellos para todo lo que necesitaban y ellos extendían su campo de acción y de contactos, para auxiliar oportunamente, recibiendo a cambio gratitud, cariño y bendiciones.

Eloísa se aterraba ante tantas necesidades, en los ranchos de cartón, zinc, cualquier material reciclable, muchos pagando altos alquileres que no corresponden a sus mermados salarios, con ningún servicio público eficiente, con las moscas rondando en una marcha macabra frente a las grandes rumas de basuras convertidas en nidos de bacterias, ante una increíble expropiación del gobierno, donde el pobre siempre es pisoteado e indignificado.

Pasaron diez meses. Eloísa (ahora Carla) iba y venía.

Belquis, una amiga de David, le había brindado alojamiento en su amplia casa.

Le servía de compañía porque sus dos hijos habían partido hacia Estados Unidos. Ella era privilegiada dentro de lo que se puede considerar clase media que ya no existe en muchos países del mundo.

Allí no había cabida para el excesivo confort, las comodidades, extravagancias, ostentaciones, por el contrario, todo era sencillez, humildad, fraternidad, y Eloísa se encontró entonces en un mundo completamente diferente al que había vivido, suplantando sus sentimientos encontrados y malignos por bondad, caridad, amor al prójimo y la luz de Dios empezó a flamear en su mente y corazón.

Próximos a los días de navidad, se presentó una epidemia de tuberculosis.

Eloísa casi ni dormía ayudando a los moribundos, dándoles sus medicinas, palabras de aliento, sembrando la semilla de la fe. Los muertos pasaron del centenar frente al desaliento y la tristeza.

Una mañana del nuevo año. Carla no se pudo levantar de su cama, sudaba copiosamente, la fiebre era altísima, la debilidad extrema y escupía sangre…

David desesperado por el estado de su compañera, hizo lo imposible para evitar el rápido vertiginoso avance de la enfermedad, todos los amigos dijeron presente con el afán de salvarla. Todo resultó en vano, al cabo de un escaso mes, sus ojos se cerraron, pero fue perceptible una leve sonrisa dibujada en su rostro.
///// F I N ////


Resumen

Los hechos especificados en esta corta novela demuestran la mentira de la afirmación de que cada quien nace con su propio destino, cuando se forja según su forma de concebir la vida, las enseñanzas asimiladas desde el hogar, aunque éstas pueden ser desviadas según las actitudes que se asuman personalmente, la finalidad de tener una personalidad definida, de alcanzar las metas debidamente poniendo de estandarte la constancia, disciplina, esfuerzo y paciencia, pero muchas veces; las ambiciones desmedidas, el afán de poder, las influencias negativas, la complicidad para canalizar el enriquecimiento, conducen por los malos caminos con sus fatales consecuencias, conformando una existencia llena de intranquilidad, angustias y zozobras, de miedos recurrentes, noches de insomnio, incertidumbres, alejamiento de la familia, desvalorización del ser humano, ocultamiento de la bondad que dormita en lo más recóndito del ser humano y que se cubre con la máscara de la maldad, la injusticia, teniendo como resultado el repudio de las amistades, los compañeros de trabajo plenamente honrados que son muchos, porque aun la sociedad no está corrompida completamente.

Existe un balance entre lo bueno y lo malo, lo correcto e incorrecto, predominando la impiedad en seres insatisfechos, amantes del facilismo, que no les gusta trabajar demasiado con pocas ganancias, que se convierten en cínicos y no aceptan sus propias culpas.

Una vida agitada, intensa, malsana, se transforma en un caos, donde el amor no tiene cabida por los descubrimientos que suelen ocurrir porque Entre cielo y tierra no hay nada oculto. Huir constantemente, es tener el miedo atorado en la garganta, el nerviosismo a flor de piel, la inseguridad entre las manos, el acoso retratado en los ojos inquietos y observadores, el corazón en la boca, la nostalgia por ausencias que se añoran, el hambre de afectos los arrepentimientos que hostigan a la conciencia, en fin, es permanecer en un mar de impaciencia sin poder dar pasos atrás porque el arrepentimiento no vale para la justicia.

Sin embargo, en ese tránsito existencial, a la vuelta de cualquier esquina, se nos pueden presentar oportunidades de rectificar, de abrevar en el camino y desviarse por un sendero sano que nos llene de armonía y paz, de satisfacción personal, de regocijo íntimo, moral y espiritual.

En este sentido, Eloísa o Carla, o como se quiera llamar, recibió esa luz espiritual para reencontrarse consigo misma y despedirse del camino que había preferido, reconociendo íntimamente su equivocación, ocultándose tras distancias inmensas que originaron un despiste total de su búsqueda, volcándose hacia el amor al prójimo, con el cual, seguramente, lavó sus culpas ante el Dios Supremo.

Tal vez, en Venezuela, su país de origen, la recuerden como una criminal o una heroína, según los puntos de vista, porque Cada cabeza es un mundo, Pero en aquel lejano rincón de áfrica, aún debe abundar para su memoria, el más inmenso amor nacido de la bondad y la gratitud.



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DATOS PERSONALES DE LOS AUTORES

Autora:
Trina Mercedes Leé de Hidalgo, nacida en Caracas 

Docente jubilada desde 1985.

Escribo desde los 14 años.

Recopilación de mi material literario en unos cincuenta libros, unos ya armados y otros en ese proceso, escritos durante el ejercicio de mi función docente, hasta la jubilación, en el desarrollo de tesis de grado, el trabajo literario diario en diversos blogs, revistas, debates, discusiones, grupos, retos, concursos, antologías, duetos, cuentos para adultos y niños, literatura infantil, áreas de estudio especialmente Educación ambiental e Historia, poesía, prosas, pensamientos y reflexiones, incursión en novelas cortas, abarcando lo místico, romántico, social, filosófico, vivencias, temas asignados, haikus, inspiraciones siguiendo una imagen, video o ambas cosas a la vez, brevedades...

Participación en varios blogs a nivel mundial: El amor es libre, Creatividad Internacional, (Estados Unidos), Parnassus patria de artistas, (Argentina), Grupos Emagister, Letras y Algo más, El Desván del Poeta, (España), Facebook, (- aquí en unos 20 grupos.Administrando Aula de Poesía, entre otros), Unión Hispanomundial de Escritores, columnista del diario El Regional de Portuguesa.

Algunos libros y folletos

Camino de la Ilusión

Aprendiendo a querer mi mundo natural

Afianzamiento de valores

Bolívar en las Misiones

Mi abuelita me enseña a leer

Sobre mis propias huellas

Proyecto de Cultura para los Consejos Comunales

Jugando con las palabras

Aprendiendo a envejecer

Brevedades de Trinalirik

Cuentos y Anécdotas de Trinalirik

Poesía Mística de Trinalìrik.

Inspiración Latente I, II Y III

Versos desde la Profundidad

Desde mi propio Mundo

Resedad

Expresión Subjetiva. ISSUU

Inspiraciones de trinalirik

Musa Desprendida

Juegos populares

El Refranero de trinalirik

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Curucuteando en mis hemerotecas

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Correo electrónico: trinalirik@hotmail.com

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AUTOR
Norberto (Beto) Brom

Nacido en el verano del 43, en Bahía Blanca, Argentina, de madre entrerriana y padre bahiense.

Junto con su compañera cordobesa, en el 63, cruzaron el Atlántico para llegar a Israel, la Tierra Prometida, cuna de sus antepasados. Hoy radicados en la histórica y bella Galilea.

Desde su rinconcito envía sus garabatos (así los llama), compartiéndolos en decenas de blogs a lo largo y ancho de la Web. Ha concursado en una serie de concursos virtuales, acreditándose un número destacable de primeros puestos.

Fue asesor en el portal Letras Kiltras de Chile, como también Director Ejecutivo en el portal Fundación Literaria Argentina, ambos ya pertenecen a la historia.

Ha realizado, en algunos portales literarios, series de reportajes con colegas de la pluma, con mucha aceptación y notable éxito.

Una de sus especialidades es realizar Duetos Literarios, como también Relatos y Cuentos, a dos manos, con amigos de los distintos portales.

Blogs Personales

*Mi rinconcito de la Galilea… (Relatos/Ideas/Ensayos) beto-brom.blogspot.co.il

*Dialogando con mis amigos…duetosliterarioconamigos.blogspot.co.il

*Encuentros……… (Cuentos/Crónicas de viajes) abunayelma.blogspot.co.il

*Creaciones personales… (Vídeos sobre mis creaciones) galilea-bb.blogspot.co.il



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*Registrado/Safecreative N°1901049521084